Se ha sabido que los animales ayudan a detectar, tratar y gestionar una variedad de enfermedades y lesiones. Por ejemplo, los perros de asistencia han podido ayudar a gente con artritis reumatoide, una lesión cerebral traumática y autismo a mejorar su movilidad y aumentar su independencia, ayudándoles a llevar a cabo tareas diarias normales como abrir armarios o vestirse. También se han utilizado perros para ayudar a calmar a pacientes con Alzheimer que son propensos a los brotes emocionales. Otros perros especialmente formados se han entrenado incluso para descubrir enfermedades como cáncer de vejiga, piel, riñón y próstata en personas.