Los síntomas de esta forma recurrente de depresión empeoran a finales del otoño o principios del invierno antes de esfumarse a medida que los días se alargan y hay más luz solar en la primavera o el verano. Aunque la mayoría de las personas tienen más posibilidades de experimentar el trastorno afectivo estacional en invierno, a algunas les puede ocurrir todo lo contrario, es decir, que lo experimenten en primavera o verano, aunque esto no es lo habitual.
El trastorno afectivo estacional es más que un caso de “tristeza invernal”, ya que los síntomas pueden ser graves e incluso debilitantes para mucha gente. El trastorno afectivo estacional se diferencia del trastorno depresivo mayor en que este último aparece durante todo el año y no depende del cambio estacional.